sábado, 27 de junio de 2009

Veinte títulos para este verano (lista arbitraria de)


Imagen de la librería Atlantis Books, Oia, Isla de Santorini, Grecia.

Novela

La conciencia de Zeno, Italo Svevo (disponible en varias ediciones de bolsillo)
Ahora sabréis lo que es correr, Dave Eggers, DeBolsillo, Barcelona, 2009 (edic. bolsillo)
Hijos de la medianoche, Salman Rushdie, DeBolsillo, Barcelona, 2005 (edic. bolsillo).
La caza del carnero salvaje, Haruki Murakami, Anagrama, Barcelona, 2009 (edic. de bolsillo).
Lolita, Vladimir Nabokov, Anagrama, Barcelona, 2006 (edic. bolsillo)
La luna y las hogueras, Cesare Pavese, Pre Textos, Valencia, 2002.
La vida exagerada de Martín Romaña, Anagrama, Barcelona, 2001 (edic. bolsillo)
El pasado, Alan Pauls, Anagrama, Barcelona, 2003 (está editado en la colección de bolsillo).
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro, Anagrama, Barcelona, 2005 (también en bolsillo).
Relatos autobiográficos, Thomas Bernhard, Anagrama, Barcelona, 2009.
Los detectives salvajes, Roberto Bolaño, Anagrama, Barcelona, 1998.
Desgracia, J. M. Coetzee, Mondadori, Barcelona, 2000.
El maestro y la margarita, Mijail Bulgakov, Alianza Editorial, Madrid, 2008 (edic. bolsillo).


No ficción

Trilogía de la memoria, Sergio Pitol, Anagrama, Barcelona, 2007 (edic. bolsillo)
Hablemos de langostas, David Foster Wallace, DeBolsillo, Barcelona, 2009 (edic. bolsillo)

Relatos

Parpadeos, Eloy Tizón, Anagrama, Barcelona, 2006.
Pétalos y otras historias incómodas, Guadalupe Nettel, Anagrama, Barcelona, 2008.
De mujeres con hombres, Richard Ford, Quinteto, Barcelona, 2008 (edic. bolsillo).
Una tumba para Boris Davidovich, Danilo Kîs, El Acantilado, Barcelona, 2007.
Secretos a voces, Alice Munro, RBA Editores, Barcelona, 2008 (edic. bolsillo).

jueves, 11 de junio de 2009

Lotería



“Si tuviera que retener una sola cosa del 68 me quedaría con un hecho muy simple: la gente se puso a hablar. Un diálogo improvisado entre gente de toda condición. Es necesario que nos pongamos a reflexionar en común sobre otros posibles futuros. La actual destrucción de un lazo social nos impide abrir un movimiento de reflexión colectiva.”

Al regresar hoy a casa he recodardo este texto de Daniel Blanchard (Crisis de palabras. Notas a partir de Cornelius Castoriadis y Guy Debord, editorial Acuarela & Antonio Machado).

Al mediodía un chico me ha parado por la calle para preguntarme qué día era hoy. Al responderle, me ha enseñado un billete de lotería que se acababa de encontrar en el suelo; un billete de 6 euros para participar en el sorteo del 13 de junio. “De puta madre, colega”. Como suele ocurrir en estos casos, el chaval -algo más joven que yo y de etnia gitana- ha comenzado a hacer planes de futuro:

-¿Tienes mujer?
-Sí.
-Es que si me tocase mucha pasta te hubiera llevado de putas, de fiesta a muerte. Pero nada, entonces nos cogemos a las chavalas y nos vamos a cenar a un restaurante de la hostia.
-Entonces, ¿tú también tienes novia?
-Ya te digo, tío.

Los dos nos dirigíamos a la estación de Abando, tiempo suficiente para que me haya contado sin atisbo de queja que “la cosa está bastante chunga”, que le habían echado de un trabajo de reponedor y que ahora le habían ofrecido otro por el que le pagaban 170 euros a la semana. “Bah, para vicios, el café, el paquetito de tabaco...”.

La suerte, el destino. Mientras caminábamos he relacionado de manera prejuiciosa este tipo de creencias con el imaginario gitano, así que le he dicho que “aquello era una señal”. Entonces el chaval ha explotado en una contagiosa carcajada:

-Ya te digo, tío, ya te digo. Nos vamos al mejor restaurante de Bilbao. Te lo juro, tío.

Hemos llegado a Abando y, antes de despedirnos, le he recordado que como la próxima vez le vea por San Francisco con un cochazo y vestido de traje estará en deuda conmigo.

Una conversación inesperada y agradable. Un microscópico lazo social que por minutos te acerca al otro.

Ojalá te toque la lotería, Juan.