domingo, 21 de noviembre de 2010

Hablemos de fútbol francés



Pues aquí tenemos a Cantona con una interesante propuesta. Es lo que tiene vivir este principio de siglo tan postmoderno. ¿Cantona icono revolucionario? Bueno, al menos ha pegado patadas alguna vez.



P.D: Me temo que si el ex jugador francés decide retirar el dinero va a hacerle a su banco más daño del que yo le pueda hacer al mío.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Ismael

Entonces tenía 14 años. Solía jugar al tenis con un amigo que se llamaba Ismael. Años después se trasladó con su familia a otro país a vivir y nunca supe más de él. Recuerdo que, si por algo destacaba, era por su habilidad de poder vomitar cuando le viniera en gana. Una habilidad que, pasado el tiempo, no os parecerá gran cosa pero que, en plena adolescencia, podía resultar muy útil para librarte de algunas clases e ir a Fadura a jugar al tenis. Intentó, paciente, enseñarme la técnica, pero nunca conseguí forzar el vómito. Y allí estaba él, cada vez más pálido, invocando aquello que más pronto que tarde caía en cualquier césped.

Un día me llevó a su casa con la idea de escuchar música. Recuerdo bien aquel día por dos motivos: por una cama en forma de gran hamburguesa; una cama en la que unas bisagras unían un pan (el canapé) con otro pan (la pieza superior con una colcha color pan de molde). Nunca lo había pensado hasta ahora pero es muy probable que su habilidad gástrica tuviera que ver con aquel revoltijo nocturno de kepchup, mayonesa y carne picada.

Decía que eran dos motivos los que recordaba de aquel día en la casa de Ismael. El segundo fue la escucha de un disco pirata de Bruce Springsteen. En concreto, una caja de varios discos que recogían de manera íntegra un concierto de la gira del Darkness on the Edge of Town (1978). Para entonces Springsteen era ya una celebridad (había grabado su mítico y siempre malinterpretado Born in the USA), pero yo solo conocía la pegajosa melodía de Dancing in the Dark que mi hermano hacía sonar en la radio. Días después de aquella tarde en la casa de Ismael, este me trajo grabado el concierto en tres cintas.

Auriculares. Aquella música estaba hecha para mí. Hacía que me sintiera diferente. Fueron cientos, miles de horas de camino a Fadura, a los torneos proviciales de tenis, escuchando la música de Bruce Springsteen. Walkman. Mis años de tenis son mis años de idolatría springsteeniana. Cintas TDK. Después llegaron más músicos (Bob Dylan y su Live at Budokan supuso otro terremoto), pero durante muchos años todos los nombres que me interesaban -Dylan incluido, claro- llegaban de la mano de Bruce (Tom Petty, John Cougar, John Hiatt, Tom Waits, Bob Seger, Credence Clearwater Revival, Sam Cooke, Van Morrison, Neil Young...).

Estos días me he acordado de Ismael al escuchar la creciente promoción de uno de los secretos mejor guardados en el sótano del rock: la caja con el material inédito de la época del Darkness. La caja lleva por título The Promise e incluye un DVD con el concierto que hace más de 20 años me grabó Ismael: Phoenix 78.

Me gustaría saber qué es de él, encontrármelo vomitando en algún jardín. Me gustaría preguntarle si aquella cama en forma de hamburguesa era real. Me gustaría que, de una vez por todas, me dijera en qué pensaba para ponerse tan pálido y ojeroso.




Prove it All Night