miércoles, 15 de octubre de 2008

Problema (Cuaderno Rubio 2.0)




Juan, objetor de la asignatura Educación para la Ciudadanía, estudia en un colegio privado concertado junto a 238 niños. En la clase de Juan hay 22 alumnos, de los que 3 son inmigrantes con dificultades para expresarse en la lengua vehicular -que es el castellano-. ¿Cuánto tardarán en protestar los padres de Juan ante la dirección del centro?


La solución a cargo de Belén Gopegui:

Tomemos un colegio público en Madrid, y un aula de niños y de niñas de diez años. Hay una reunión de las profesoras con los padres. Las profesoras explican que la clase se le está dividiendo en dos grupos de distinto nivel, que ellas tratan de que no sea así pero que necesitan la ayuda de los padres y que ni siquiera con esta ayuda saben si van a poder evitar el proceso. La lectura tradicional burguesa sería que apoyar al colectivo de niños con un origen social “desfavorecido” entra en conflicto con el derecho individual de los niños de un origen social “favorecido” impidiéndoles alcanzar un mejor nivel en su formación. También se puede ver desde el otro punto de vista, y pensar que apoyar al colectivo de niños favorecidos entra en conflicto con las vidas individuales de quienes no tienen ni una casa en condiciones para estudiar, ni unos padres con tiempo para ayudarles en las tareas, ni dinero para pagarse profesores particulares. Debemos huir de la lógica de que lo colectivo y lo individual son dos conceptos antagónicos. Lo que se opone a lo individual no es lo colectivo sino lo individualista. La lógica individualista podría beneficiar a unos niños, los hijos de los padres individualistas, por encima del colectivo de niños desfavorecidos. Sin embargo, a largo plazo, ¿a quién beneficia vivir en un país de escasa formación y talento? Quizá esos hijos beneficiados adquieran un mayor nivel académico que les permita acceder a puestos de trabajo mejor pagados, pero un día tal vez enfermen, y ese día desearían haber vivido en una sociedad menos mediocre, donde la calidad general en la investigación médica y en la salud fuera superior. Es posible que esos jóvenes individualistas, con el dinero obtenido, puedan pagarse un tratamiento médico en otro país, pero: ¿podrán pagárselo todos?, ¿tendrán que defender ese privilegio también con policía privada?, ¿qué legitimidad podrán esgrimir el día que atraquen o amenacen a uno de los suyos? La oposición entre lo individual y lo colectivo está viciada de raíz porque lo colectivo lo componen personas individuales. A no ser que, como suele ocurrir, confundamos individual con restringido. Una política que apoye al individuo debería lograr que ningún aula de colegio se divida en dos. Debería asumir que ese problema afecta a cada individuo nacido -no podría ser de otro modo- para vivir en una colectividad. Y a la hora de hacer las leyes y los presupuestos debería asumir que es prioritario resolverlo.


(Entrevista a Belén Gopegui, Quimera, 291)

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