domingo, 7 de diciembre de 2008

El jardín de senderos que se bifurcan



Vanguardia. (De avanguardia.) f. Parte de una fuerza armada, que va delante del cuerpo principal. // 2. Avanzada de un grupo o movimiento ideológico, político, literario, artístico, etc.


Termina una semana que podría ayudarnos a resumir medio siglo de Historia de Euskadi. La vanguardia muere y mata. Muere Mikel Laboa; ETA asesina a un hombre en Azpeitia. En 1964 Mikel Laboa grabó su primer EP, Lau herri kanta, y es muy probable que aquella voz a punto de romperse -la voz euskaldun que mejor ha sabido bucear en esa violencia subterránea, antropológica diría yo, que a menudo emerge como un géiser- sonara una y otra vez en los tocadiscos de aquellos jóvenes que por entonces soñaban con una Euskadi aconfesional, socialista e independiente.

En uno de sus numerosos prólogos al Quosque Tandem, el otro gigante de la cultura vasca, Jorge Oteiza, escribe al respecto:

“No podemos pensar que nosotros engendramos estas bandas criminales etarroides. Se está confundiendo ETA antifranquista con este falso ETA identificado con este fanático HB de pocas luces que sobrevive de inutilidad y división de nuestros partidos políticos y desorientación y atraso de nuestro país, sufriente, blanda, plañidera, paseante multitud”.

No, por supuesto que ni Laboa ni Oteiza engendraron a este grupo de fascistas. La noción de utopía pensada en el interior de un cerebro vacío resulta “deprimente porque no deja lugar para el azar, la diferencia, lo 'diverso'. Todo está puesto en orden y el orden reina. Detrás de cada utopía hay siempre un gran diseño taxonómico: un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar" (Georges Perec en Pensar / Clasificar, 1985).

Pero no olvidemos que los senderos que se bifurcan parten de un mismo jardín. Y en ese jardín todo es posible. Es posible que varios grupos de rock grabaran un disco de homenaje a Mikel Laboa en 1991 bajo el título Txerokee, Mikel Laboaren Kantak. Es posible que en un foro musical en el que se recomienda este disco algunos se nieguen a descargárselo al creer que se trata de un homenaje al jefe militar de ETA detenido en Francia hace un par de semanas. ¿La última humorada de Laboa?



Antzinako bihotz (12, Hamabi)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aspaldiko!

Seguro que esperas que salte con lo de la utopía, pero no entraré al trapo :)

La verdad es que me entran unas tremendas ganas de meter una frase chunga que juntaba las palabras fin, medios y principios, pero no la recuerdo bien y paso de inventar paulocoheladas...

A ver si recuperas el ritmo publicatorio.

Vaklas Eroski dijo...

Querido Joan Benaz:

Para ser como Paulo Coelho se nace, no se hace. Tú no tienes la llave de nuestra felicidad; tú no has tenido un esclavo, ni has practicado el satanismo, ni has probado todas las drogas posibles e imposibles; tú no has regresado del infierno para contarlo; tú, amigo Benaz, no respetas al más grande.

Mira, adjunto una breve historia que hace referencia al concepto del mal y del conflicto vasco que contó Paulo Coelho en el Guggenheim (Bilbao, 3 de febrero de 2003):

"Hace miles de años creció una palmera en mitad del desierto. Un niño tuareg comió sus dátiles y se convirtió en ángel."

¿No te parece que es La Historia Que Lo Explica Todo?

Ahora te copio parte de la entrevista que el brasileño universal concedió a El País el pasado 23 de noviembre:

"La vida de Coelho ha sido un blanco o negro, un yin y yan constante: nació casi muerto por problemas con el líquido amniótico y sus heces; de pequeño organizó sectas secretas; fue un desastre total como estudiante; atropelló casi mortalmente con un coche que llevaba sin carnet a un joven y se dio a la fuga; ese episodio acabó deteriorando aún más las relaciones con sus padres, que le encerraron en un manicomio que visitó tres veces en su juventud y donde fue tratado con electroshock. Antes, había intentado sucidarse con gas. Y para calmar al que llamaba "el ángel de la muerte", por no haber cumplido, degolló una cabra de un vecino en un particular rito.

El descenso al infierno fue vertiginoso: apagó un cigarrillo en la pierna de una de sus múltiples, simultáneas y bellas novias para comprobar si le quería; a otra, bajo la tesis de "la cura por desesperación", le alentó su intento de suicidarse porque finalmente, dice, sabía que no lo acabaría cumpliendo... Época de teatrero sin fortuna, de hippy, de asiduo a todas las drogas posibles y de practicante homosexual para descartar inclinaciones. Y en su enésima desesperación vital se apuntó a la magia y se convirtió en fiel seguidor de los mandatos de Aleister Crowley y del satanismo, hasta el extremo de tener un joven esclavo".

Hasta pronto,

Vaklas

Anónimo dijo...

Creía que te habías inventado todo, pero he ido a la página de El País... Lo de Bilbao ya ni lo compruebo, pfff me creo todo.

Lo siento por tu pasado, nunca serás un gran escritor.

Vaklas Eroski dijo...

Amigo Jo Ben,

hasta ahora no te has dado cuenta de que no me invento nada?

Sigue dándole vueltas a la historia del niño tuareg porque para encontrar la Verdad no es necesario salir de ella.

Por cierto, mis ínfulas literarias provienen, precisamente, de mi ominoso pasado. Espera a que escriba mi autobiografía, de la que adelanto el título: El niño tuareg

Hasta pronto,

V.