jueves, 30 de octubre de 2008

Pop

“La realidad cada vez escribe mejor, es imbatible".

Andaba yo dando vueltas a la afirmación de Rodrigo Fresań -escritor argentino que os recomiendo y al que la crítica le ha puesto la etiqueta de “Borges pop”- cuando me encontré con una monstruosidad audiovisual que evidencia que la realidad está más allá de sí misma; de hecho, podría decirse -y aquí vuelvo a Fresán- que “la realidad se parece mucho más a la vanguardia”.
La monstruosidad audiovisual de la que os hablo tiene una duración de cuatro minutos y cuarenta segundos y es el resultado de una estrategia que el PP vasco ha denominado Política Pop. El primer visionado me produjo una sensación contradictoria: era como ver al mismo tiempo La maldición de Damien y una película de los Monty Python, no sé si me explico. El grupo se llama Pignoise y su cantante es un ex jugador del Real Madrid.

Soy consciente de que en noches como las de Halloween este vídeo puede dar mucho miedo, así que os anticipo algunos sustos que podrían dañar vuestra salud cardiovascular:

6´´: el bajista del grupo, ataviado con un vistoso jersey Freddy Krueger, esboza una desproporcionada sonrisa al tiempo que pierde el equilibrio víctima del uso, también desproporcionado, de sustancias estupefacientes.

7´´: Un elegante espectador y miembro de las juventudes del PP se saca un moco de la nariz y se lo pasa de la mano extractora a la otra amasándolo sin disimulo.

13´´: Agradecimientos al PP.

22´´: Los más jóvenes de los jóvenes del PP [ver sector noreste del graderío] saltan y efectúan meritorias cabriolas.

1' 05´´: Basagoiti aplaude despreocupado de su exacerbada falta de ritmo y con la cabeza le dice al responsable de la estrategia, Iñaki Oyarzabal, que sí, que la cosa marcha bien y que la chavalería se lo está pasando bomba. Iñaki Oyarzabal, jovial, más grunge que nunca, se remanga la camisa y piensa en tatuarse todo el brazo con los lemas de campaña.

1' 32´´: Basagoiti intensifica sus aplausos despreocupado de su exacerbada falta de ritmo.

1' 57´´: Una palabra que lleva serigrafiada en la camiseta el vocalista de Pignoise es “WILD”.

2' 03´´: Profusión de camisas de distintas tonalidades en el graderío (esta temporada se impone el rosa).

2' 16´´: Una clon del clan Botella [ver autoridades situadas detrás de Basagoiti] pone cara de rockera.

3´: El estribillo se eleva sobre un fondo de guitarras ruidosas: “Tengo una canción y muy poco dinero”.

3' 44´´: Por fin aflora la Revolución del Megapixel: una joven visiblemente emocionada se arrodilla delante de Basagoiti y aprehende el momento con su pequeña cámara digital.

4' 20´´: Colofón de lujo: la visita sorpresa de Manolo el del bombo, que irrumpe en el escenario sin que nadie repare en él.



Bueno, ahora ya estáis avisados:

miércoles, 15 de octubre de 2008

Problema (Cuaderno Rubio 2.0)




Juan, objetor de la asignatura Educación para la Ciudadanía, estudia en un colegio privado concertado junto a 238 niños. En la clase de Juan hay 22 alumnos, de los que 3 son inmigrantes con dificultades para expresarse en la lengua vehicular -que es el castellano-. ¿Cuánto tardarán en protestar los padres de Juan ante la dirección del centro?


La solución a cargo de Belén Gopegui:

Tomemos un colegio público en Madrid, y un aula de niños y de niñas de diez años. Hay una reunión de las profesoras con los padres. Las profesoras explican que la clase se le está dividiendo en dos grupos de distinto nivel, que ellas tratan de que no sea así pero que necesitan la ayuda de los padres y que ni siquiera con esta ayuda saben si van a poder evitar el proceso. La lectura tradicional burguesa sería que apoyar al colectivo de niños con un origen social “desfavorecido” entra en conflicto con el derecho individual de los niños de un origen social “favorecido” impidiéndoles alcanzar un mejor nivel en su formación. También se puede ver desde el otro punto de vista, y pensar que apoyar al colectivo de niños favorecidos entra en conflicto con las vidas individuales de quienes no tienen ni una casa en condiciones para estudiar, ni unos padres con tiempo para ayudarles en las tareas, ni dinero para pagarse profesores particulares. Debemos huir de la lógica de que lo colectivo y lo individual son dos conceptos antagónicos. Lo que se opone a lo individual no es lo colectivo sino lo individualista. La lógica individualista podría beneficiar a unos niños, los hijos de los padres individualistas, por encima del colectivo de niños desfavorecidos. Sin embargo, a largo plazo, ¿a quién beneficia vivir en un país de escasa formación y talento? Quizá esos hijos beneficiados adquieran un mayor nivel académico que les permita acceder a puestos de trabajo mejor pagados, pero un día tal vez enfermen, y ese día desearían haber vivido en una sociedad menos mediocre, donde la calidad general en la investigación médica y en la salud fuera superior. Es posible que esos jóvenes individualistas, con el dinero obtenido, puedan pagarse un tratamiento médico en otro país, pero: ¿podrán pagárselo todos?, ¿tendrán que defender ese privilegio también con policía privada?, ¿qué legitimidad podrán esgrimir el día que atraquen o amenacen a uno de los suyos? La oposición entre lo individual y lo colectivo está viciada de raíz porque lo colectivo lo componen personas individuales. A no ser que, como suele ocurrir, confundamos individual con restringido. Una política que apoye al individuo debería lograr que ningún aula de colegio se divida en dos. Debería asumir que ese problema afecta a cada individuo nacido -no podría ser de otro modo- para vivir en una colectividad. Y a la hora de hacer las leyes y los presupuestos debería asumir que es prioritario resolverlo.


(Entrevista a Belén Gopegui, Quimera, 291)

viernes, 10 de octubre de 2008

Apunkte (pedante) de corazón

El arte, el arte... Me estoy conteniendo...

Por ahora sólo diré:

El problema de la gran mayoría de los artistas (démosles el gusto) de hoy en día es que han confundido la Fuente de Duchamp con una obra de arte, cuando en realidad no es más que una -genial y heterodoxa- obra de crítica de arte.


El Urinario o Seamos originales, de M. DoCampo

Pero lo aún más flagrantemente grave es que tampoco los críticos parecen haberse dado cuenta.

martes, 7 de octubre de 2008

Punk de corazón


Damien Hirst, Home Sweet Home, 1996.


Una instalación que el popular y cotizado artista británico Damien Hirst montó en el escaparate de una galería de Londres fue desmantelada y arrojada a la basura por un encargado de la limpieza al creer que se trataba de desperdicios.
La obra -una colección de tazas de café medio llenas, ceniceros con colillas de cigarro, botellas de cerveza vacías, una paleta embadurnada con pintura, un caballete, una escalera de mano, pinceles, envoltorios de caramelos y páginas de periódico esparcidas por el suelo- era la pieza central de una exposición de arte de edición limitada que la Eyestorm Gallery mostró a un grupo de VIPs en el curso de una fiesta preinauguración.
El señor Hirst, por entonces de treinta y cinco años, el miembro más famoso de una generación de artistas conceptuales conocida como los Jóvenes Artistas Británicos, la había montado y firmado personalmente, y Heidi Reitmaier, jefa de proyectos especiales de la galería, estimó su valor de venta en “seis cifras” o cientos de miles de dólares. “Es un Damien Hirst original”, explicó.
El encargado de la limpieza, Emanuel Asare, declaró a The Evening Standard: “En cuanto vi aquel desastre resoplé. A mí, arte no me pareció mucho. Así que lo metí todo en bolsas de basura y lo tiré”.

Esta anécdota y algunas más le sirven a Donald Kuspit para reflexionar sobre el arte de nuestros días en su libro El fin del arte (Akal, 2006). En un breve repaso de las notas que he ido cogiendo durante su lectura encuentro algunas afirmaciones muy sugerentes:

“El arte elevado puede tener algo que decir a los pocos que son felices, pero nada a los muchos que son desgraciados”.

“El arte no es ya tan raro o perturbado; está próximo a la vida cotidiana, si bien un poco más divertido y emocionante, quizá sólo porque no tiene una utilidad clara”.

“El arte ha sido sutilmente envenenado por la apropiación social, por el hincapié en su valor comercial y entretenimiento de alto nivel, lo que lo convierte en una especie de capital social”.

Este pasado domingo El País publicaba un reportaje sobre Damien Hirst y el negocio que se trae entre manos. “La subasta de sus obras en Sotheby's los pasados 15 y 16 de septiembre han hecho historia. Era la primera vez que una casa de subastas ponía a la venta obras recientes directamente del estudio de un artista vivo, sin intermediarios como galerías o agentes, y sin que provengan de un coleccionista. Se pusieron a la venta 223 lotes en dos sesiones y se obtuvieron 140 millones de euros”.

Hirst calificó la operación de "acto democrático en el que cualquiera puede optar a la obra directamente". También dijo en la presentación de la subasta que se siente un “punk de corazón”. Fuentes próximas al artista han desmentido que se sonrojase con tal afirmación.