domingo, 4 de mayo de 2008

El hombre de las camisas limpias

La casualidad hizo que tocara el timbre de mi casa. Al abrir me encontré con un hombre de unos cuarenta años, de brazos macilentos y ojos tristes; una tristeza singularmente beatífica. Enseguida comprendí que se encontraba en apuros y que le incomodaba sobremanera pedir un favor a desconocidos. Le pregunté si se encontraba bien y tragó saliva. Me contó que hacía pocos días que había llegado a Bilbao; dejaba atrás su ciudad, Sevilla, un cementerio en el que descansaban algunos amigos que, junto a él, habían conocido el lado salvaje de la vida, como diría Lou Reed. Esperanzado, me habló de que llevaba varios días trabajando de camarero en la Sidrería de Algorta, y de que tenía que esperar hasta final de mes para poder pagarse una pensión. Mientras tanto, dormía en parques o en la playa y se aseaba a la carrera en los servicios de algunos bares locales. Su mayor problema ahora, me confesó, era mantener limpias las camisas que debía vestir en horas de trabajo. Alzó la bolsa de plástico y, con rubor, me preguntó si se las podía lavar. Por supuesto, le contesté que sí, y durante varias semanas le ayudé de aquella manera tan inusual: él me dejaba la bolsa con la ropa sucia junto a la puerta los lunes –el día que el restaurante permanecía cerrado– y el miércoles al mediodía yo hacía lo propio con las camisas limpias (como no estamos ante un ejercicio de ficción os diré que las metía en la bolsa sin pasarlas por la plancha).

Un lunes no dejó la ropa y ya nunca lo he vuelto a ver.

El sábado mantuve con unos amigos una conversación acerca del destino que corren algunas personas para las que la vida es una sábana de plomo. Me acordé del hombre de las camisas limpias. Me conmovió entonces y me conmueve ahora la dignidad con la que trataba de dar esquinazo a sus fantasmas.

Heroin, Velvet Underground (14/7/74)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Vaklas...la verdad que cada vez es más dificil manejarse en una sociedad dónde el individualismo cobra más y más fuerza, y las condiciones para menejarse individualmente son cada vez más difíciles. Mantener la sonrisa sonrisa y la camisa limpia es condición obligatoria en las sociedades del "all included"...aunque a veces resulte tan difícil.
Nos seguiremos viendo.

Anónimo dijo...

Lan egin nahi eta ezin! Hau dugu hau gizartea! Zuk kontatzen duzun horren harira, gogora datorkit Bilbon aritzen zen txinako biolin-jole ohia (orain eskalea); horrek ere izango du gogoan zerbait...axolagabekeri osoz biolina kendu zion udaltzainaren aurpegia, besteak beste.

Vaklas Eroski dijo...

Hola "anónimo". No sé si la repetición de sonrisa sonrisa ha sido un despiste o no, pero me parece que así lo has expresado muy bien.

Respecto a Carlita (veo que el mailing al Palacio del Elíseo ha funcionado)y su violinista chino con el que practica francés: es un buen ejemplo para entender cómo nos inyectamos la epidural al presenciar un abuso, una acción violenta: "no toca él", "molestará con su música a los vecinos", etc. Un décalogo al que todos nos aferramos para mirar hacia otro lado. Mientras tanto, el hombre pudriéndose...