jueves, 8 de mayo de 2008

Elige tu propia aventura


En más de una ocasión me ha sucedido lo siguiente: alguien que no vive en Euskadi viene a visitar a algún amigo y, de soslayo o a quemarropa, introduce en la conversación el tema vasco*. Nunca me ha importado hablar de ello y exponer con claridad lo que pienso al respecto, así que la conversación avanza hasta que los papeles se intercambian y yo soy el foráneo y el invitado el autóctono. Entonces me enseña cómo hay que preservar el euskera, me habla de su origen, del número de hablantes, cuestiones de política lingüística, pacificación, diálogo sí, diálogo no, gastronomía, visitas recomendadas, etcétera. Después de tomar buena nota y agradecérselo, decido ser más prosaico y hablo del Athletic (como todo el mundo sabe soy un gran hincha), entonces me explica que la política de cantera es inviable, amén de anacrónica, y que el equipo tocó techo en la década de los ochenta. Agotado, regreso a casa y en la cama doy más vueltas que Bisbal. Para el día siguiente el foráneo-autóctono ha propuesto una excursión a Santimamiñe y al Bosque de Oma(“os va a encantar”) que siempre me pierdo por culpa de un esguince de tobillo mal curado.**

*Si no quieres verte envuelto en una historia similar no se me ocurre mejor opción que detenerte en la línea cuatro y acogerte a la siguiente fórmula: “Es un problema que tiene muchas aristas”. Zanjado.
**Si no has sido capaz de regatear al foráneo-autóctono estás muerto. Vuelve a la primera entrada de este blog.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si es que como en casa no se está en ningún lado.Así que en todos lados como en casa.
Tienes que viajar más, que estás volviéndote un txominista.

Vaklas Eroski dijo...

welcome joan bertako. Mi tía abuela fue a Zaragoza en su luna de miel. Al volver, dijo aquello de que “como aquí no se vive en ningún lado”; algo que escuché todas las tardes de mi infancia mientras la mujer me preparaba un magnífico talo con chorizo. Al tiempo, una de mis primas tocaba el acordeón y la otra el txistu. Vengo de ahí, ¡qué le voy a hacer! Sí, ya sé que eso se cura leyendo y viajando, pero ¡es tan cansado!

Anónimo dijo...

Jes�s, Mar�a eta Jos�